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martes, 28 de mayo de 2013

Tuberculosis ósea - I

Afecta preferentemente a la columna dorsal y lumbar. Siempre es secundaria a otro foco tuberculoso, generalmente pulmonar. Patogenia. El bacilo llega al hueso o a la articulación por vía hematógena, colonizando la placa vertebral. En la mayoría de los casos se forma un absceso frío que siguiendo los planos fasciales se vacía al exterior. Cuadro clínico. Se presenta en pacientes de cualquier edad, con frecuencia desnutridos y/o inmunodeprimidos. Comienzan con dolor insidioso de actividad, rigidez precoz por espasmo muscular reflejo y progresión lenta pero constante del dolor vertebral. 
Imagenología. En las radiografías se observa pinzamiento de un espacio vertebral y luego imágenes erosivas de los platillos vertebrales y aplastamiento con cifosis angular. En la mano suele provocar una periostitis con neoformación ósea, conoci- da como espina ventosa. La cintigrafía ósea es fundamental para estudiar la existencia de foco hipercaptante y la eventualidad de otro nivel lesiona!, lo que no es infrecuente. 
Laboratorio. En el hemograma puede observarse una anemia y linfocitosis relativa. La eritrosedimentación es alta, de valores variables según el estado de la enfermedad. El PPD de dos unidades suele ser hiperérgico. Las baciloscopías, tinción de Ziehl Nielsen, y estudios histopatológicos confirman el diagnóstico. 
Tratamiento. Con los esquemas abreviados actuales, la quimioterapia es altamente eficaz, en especial luego del advenimiento de la rifampicina, que es una droga bacteriolítica. En los casos no tratados el compromiso vertebral lleva a la cifosis por derrumbamiento de una o más vértebras y riesgo de paraplejia (Figura 15-4). Cuando esta ocurre se denomina mal de Pott.

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