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sábado, 25 de octubre de 2014

DESPRENDIMIENTOS EPIFISARIOS - I

Se trata de lesiones fisarias tipo I y II de Salter y Harris ocasionadas por fuerzas extrínsecas intensas aplicadas cerca de las articulaciones del hombro, codo, cadera o rodilla que producen un deslizamiento de la epífisis sobre la metáfisis a través de la placa de crecimiento. 

Húmero proximal

La separación de la epífisis humeral proximal se produce fundamentalmente en las presentaciones podálicas durante el desprendimiento del hombro, sobre todo si hay elevación de los brazos. Como el núcleo cartilaginoso proximal del húmero no es visible radiográficamente en el momento del nacimiento, se podrá confundir con una luxación traumática del hombro, que es extremadamente rara, una parálisis de Erb o artritis séptica del hombro, siendo muy útil la ultrasonografía o artrografía para el diagnóstico diferencial. Clínicamente el recién nacido presenta dolor a la palpación, tumefacción, inmovilidad del brazo y en ocasiones crepitación ósea. Se trata fácilmente con tracción y un vendaje elástico suave a través del tórax sujetando el brazo durante 2 semanas. El pronóstico es excelente. 

Húmero distal 

El desplazamiento de la epífisis humeral distal en el neonato es muy raro, generalmente se presenta en partos con presentación de nalgas y distocia de hombros. El codo afectado se encuentra inmóvil, generalmente en flexión, tumefacto y con crepitación a la flexo-extensión. El epicóndilo, la epitróclea y el olécranon guardan una relación normal, hecho que hace la diferencia entre esta entidad y la luxación del codo. Es difícil el diagnóstico radiográfico porque la epífisis humeral distal es totalmente cartilaginosa. En la proyección lateral, hay desplazamiento posterior del extremo proximal del radio y cubito con respecto al eje longitudinal del húmero; en la proyección anteroposterior, hay disminución del espacio articular del codo comparado con el contralateral (Fig. 4 y 5). El tratamiento consiste en tracción suave, pronación del antebrazo y flexión del codo de 90°, se inmoviliza el codo con una férula braquipalmar durante 2 semanas. Cuando se retrasa el diagnóstico hasta la aparición del callo de la fractura ya no está indicada la manipulación e inmovilización del codo.

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