En las fracturas del cartílago de crecimiento, el plano de separación metafisoepifisario es casi siempre el mismo: la línea de transición entre la capa hipértrófica y de calcificación provisional, es decir, la unión entre el cartílago sin calcificar y el calcificado.
Parece ser que esta zona de transición constituye, en el traumatismo, un plano de acúmulo de tensiones que hace que el «fallo» se produzca ahí con más facilidad que en otros niveles. En esta separación, la capa germinal fisaria permanece siempre unida al hueso epifisario, lo cual es crucial a la hora de entender la fisiopatología de esta lesiones.
Aparte de la separación fisaria estricta, en las fracturas fisarias existe la posibilidad de que, en un punto determinado, dicho trayecto fracturario pueda sufrir una inflexión y, o bien dirigirse hacia la metáfisis, o bien atravesar perpendicularmente la fisis y seguir a través de la epífisis. En otras ocasiones, la línea fracturaria transcurre a través de la metáfisis, perpendicular a la fisis y sigue en la epífisis.
Estas fracturas perpendiculares de la fisis tienen una gran importancia, ya que a través de ellas se puede poner en contacto la circulación epifisaria con la metafisaria y, como consecuencia, puede llegarse a formar un puente óseo fisario, lo que constituye la causa más importante de las alteraciones locales del crecimiento tras las fracturas fisarias.
Aunque es más discutido en ocasiones, tras un traumatismo fisario, se puede producir una lesión por compresión donde, en vez de una línea fracturaria, se produce un aplastamiento de la fisis que permite que, por el mismo mecanismo mencionado más arriba, se puedan generar también puentes óseos a través de la fisis.