Las fracturas pueden resultar de lesiones
sobre la diáfisis del fémur directas o indirectas.
Las lesiones por mecanismo directo
se observan en niños que han sufrido atropellos,
precipitaciones, etc… asocia con frecuencia
lesiones en otras localizaciones.
Las
lesiones por mecanismo indirecto son también
frecuentes. La fuerza suele ser por flexión
o por torsión produciendo fracturas
con trazo oblicuo o espiroideo. En los niños
muy pequeños esto puede ocurrir con
traumas menores, como es el producido al
quedar atrapado el pie y acompañarse de
rotación de la pierna.
Puede presentarse como fractura obstétrica
con una incidencia muy baja, 0,78/
10.000 nacidos sin diferencias en cuanto a
sexo y lateralidad, siendo frecuente su asociación
con malformaciones congénitas
(osteogénesis imperfecta).
La localización
habitual suele ser el tercio medio de la diáfisis.
En el lactante la fractura suele ser
secundaria a traumatismos como caídas por
juegos infantiles, precipitaciones etc., sin
olvidar el síndrome del niño maltratado que se podrá sospechar por la presencia de
múltiples fracturas y lesiones en partes
blandas. Para algunos autores este cuadro
representaría el 50% de las fracturas femorales
en esta edad.
En la edad escolar los accidentes de tráfico
representan la etiología más frecuente
(60%) seguido por los juegos y deportes de
contacto, que representarían un 25%.
En
último lugar están las precipitaciones. Entre
los 14-16 años la causa más frecuente son
los accidentes de tráfico.
Además de estos mecanismos, pueden
observarse fracturas patológicas, por tumores
óseos, enfermedades neurológicas, como
el mielomeningocele, displasias óseas, como
la osteogénesis imperfecta, por ejercicio
repetitivo ocasionando fracturas por fatiga
o de estrés o tras una inmovilización con
yeso prolongada.
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