Los traumatismos de la columna vertebral
en niños pueden ocasionar: 1) fractura
y/o luxación vertebral sin lesión neurológica;
2) fractura y/o luxación vertebral con
lesión neurológica, y 3) lesión medular sin
fractura vertebral (SCIWORA) (Fig.4).
Los niños son altamente susceptibles de presentar lesiones medulares completas o incompletas graves. La causa es posible que esté relacionada con la relativa inmadurez de la microvasculatura de la médula espinal en niños y con la gran elasticidad de la columna vertebral infantil que requiere grandes fuerzas para lesionar la médula, causando daños más graves. Los niños que sufren fractura vertebral tienen menos lesiones neurológicas que los que presentan fractura-luxación o luxación aislada. La exploración neurológica inicial, que debe ser lo más precoz posible, al mismo tiempo que determina la presencia, el nivel y la extensión de la lesión nerviosa, nos puede ayudar a localizar el nivel de lesión vertebral y a establecer un pronóstico de recuperación funcional.
Es importante repetirla a intervalos cortos de tiempo, para detectar un posible empeoramiento neurológico, la recuperación de la actividad refleja y el fin del shock medular. La exploración de los reflejos sacros (reflejos anal y bulbocavernoso) (Fig. 5) permite establecer un punto de partida útil para juzgar la evolución neurológica al señalar el final del shock medular. Si la lesión es incompleta sensitiva y motora la recuperación que puede esperarse es mayor. De ello se deduce la importancia pronóstica de advertir la existencia de preservación sensitiva incluso a nivel sacro. El examen inicial rectal digital es clave para distinguir lesiones completas e incompletas. Una vez superada la fase de shock medular, si el paciente puede notar la palpación del dedo, o se aprecia contracción voluntaria de los músculos perineales, la lesión es incompleta. La ausencia de percepción sensitiva y fuerza motora por debajo de la lesión tras la aparición del reflejo anal y bulbocavernoso indica peor pronóstico de recuperación.
Los niños son altamente susceptibles de presentar lesiones medulares completas o incompletas graves. La causa es posible que esté relacionada con la relativa inmadurez de la microvasculatura de la médula espinal en niños y con la gran elasticidad de la columna vertebral infantil que requiere grandes fuerzas para lesionar la médula, causando daños más graves. Los niños que sufren fractura vertebral tienen menos lesiones neurológicas que los que presentan fractura-luxación o luxación aislada. La exploración neurológica inicial, que debe ser lo más precoz posible, al mismo tiempo que determina la presencia, el nivel y la extensión de la lesión nerviosa, nos puede ayudar a localizar el nivel de lesión vertebral y a establecer un pronóstico de recuperación funcional.
Es importante repetirla a intervalos cortos de tiempo, para detectar un posible empeoramiento neurológico, la recuperación de la actividad refleja y el fin del shock medular. La exploración de los reflejos sacros (reflejos anal y bulbocavernoso) (Fig. 5) permite establecer un punto de partida útil para juzgar la evolución neurológica al señalar el final del shock medular. Si la lesión es incompleta sensitiva y motora la recuperación que puede esperarse es mayor. De ello se deduce la importancia pronóstica de advertir la existencia de preservación sensitiva incluso a nivel sacro. El examen inicial rectal digital es clave para distinguir lesiones completas e incompletas. Una vez superada la fase de shock medular, si el paciente puede notar la palpación del dedo, o se aprecia contracción voluntaria de los músculos perineales, la lesión es incompleta. La ausencia de percepción sensitiva y fuerza motora por debajo de la lesión tras la aparición del reflejo anal y bulbocavernoso indica peor pronóstico de recuperación.
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