Debe ser sistemática, intravenosa e iniciarse
precozmente mientras se completan
el resto de los estudios radiológicos y analíticos.
La antibioterapia debe considerarse
una medida terapeútica, no profiláctica.
Los gérmenes más frecuentemente
encontrados en las fracturas abiertas, tanto a
la llegada al hospital como cuando se presenta
una infección, son los Gram positivos en el
70% de los casos, especialmente Staphylococcus
aureus. Los Gram negativos representan el
30% encontrándose fundamentalmente
Pseudomonas, E. Coli y Klebsiela.
La pauta más comúnmente utilizada
incluye una cefalosporina. Preferimos una
cefalosporina de primera generación por su
buen comportamiento frente a los Gram
positivos (Cefazolina 75mg/Kg/ día) a la que
se asocia un aminoglucósido (5mg/Kg/día).
Recientes estudios avalan que la dosis única
diaria de Gentamicina es tan eficaz como las
dosis divididas y presenta menor toxicidad.
El periodo mínimo de tratamiento se estima
entre 48-72 horas si bien debe mantenerse
siempre que se realicen procedimientos quirúrgicos
sobre la herida. Algunos autores
utilizan la cefalosporina aislada, añadiendo
el aminoglucósido solo en caso de gran
afectación de partes blandas (Tipo II y III de
Gustilo).
En aquellos casos en que exista gran
contaminación por tierra o, la fractura se
produzca en un contexto agrícola o ganadero,
existe un riesgo más elevado de infección
por anaerobios y se añadirá penicilina
a dosis elevadas (10-20 millones de unidades
día).
La utilidad de la toma de cultivo antes y
después del desbridamiento de la herida no
está del todo determinada. Patzakis y Peletier encuentran una relación clara entre
los gérmenes hallados en dichos cultivos y
los aparecidos en casos de infección. No
obstante, Chapman y más recientemente
Lee no encuentran utilidad en la realización
de tales cultivos.
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