• Incongruencia articular y, en consecuencia,
artrosis.
• No-unión de los fragmentos fracturarios.
• Trastornos del crecimiento.
De ellas, solo vamos a fijarnos en los
trastornos del crecimiento ya que constituyen
la única secuela específica de las lesiones
fisarias. A nivel de la rodilla los cartílagos
de crecimiento son particularmente
fértiles (contribuyen en un alto porcentaje
al crecimiento total del segmento correspondiente
y del total de la extremidad inferior)
por lo que las secuelas de las fracturas
a ese nivel pueden ser importantes (Fig. 3).
Cuando se produce, la secuela más habitual
de una fractura fisaria y, excepcionalmente
extrafisaria, es un bloqueo del crecimiento
de la fisis afecta, bien parcial o total,
debido a la aparición de un cierre prematuro
fisario (puente óseo o epifisiodesis). Esta
es la secuela más frecuente y funcionalmente
importante de la fracturas fisarias y su
consecuencia es el acortamiento y/o la
deformidad angular del segmento óseo
afecto (Fig. 4).
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