El pronóstico de las fracturas fisarias, en
lo que respecta a trastornos futuros de su
función depende de una serie de factores
entre los que podríamos destacar:
1.Tipo de fractura. Como ha sido apuntado
anteriormente, el futuro más
sombrío corresponde a las fracturas
tipo III y IV de Salter y Harris y al
tipo VI de Peterson (fracturas abiertas
con pérdida se sustancia fisaria). En
este último la incidencia de puentes
óseos fisarios es prácticamente del
100%.
En este punto debe señalarse que también
las fracturas de mejor pronóstico «a
priori», como son las fracturas tipos I y II de
Salter-Harris, sobre todo cuando se producen
en regiones como la rodilla, pueden
conducir a trastornos permanentes del crecimiento
(Fig. 2).
2.Crecimiento remanente. Obviamente, a
menor edad esquelética en el momento
de la fractura, mayor crecimiento
remanente y, por tanto, mayores serán
las consecuencias del cese de crecimiento,
si éste se produce.
3.Riego sanguíneo epifisario.
Independientemente del tipo de fractura,
si el riego sanguíneo epifisario
queda interrumpido, como consecuencia
de la misma, la isquemia
consecuente de las células germinales
de la fisis afecta puede conducir a
graves trastornos del crecimiento.
4.Severidad de la lesión (velocidad y fuerza).
Los traumatismos llamados de «alta energía» son siempre de peor
pronóstico.
5.Integridad de la piel. Las fracturas fisarias
abiertas, entre las que se encuentran
las de tipo VI de Peterson, son de
por sí de mal pronóstico. Este puede
empeorar si a esto añadimos una
infección, cuyo riesgo en estas fracturas
no es en absoluto desdeñable.
Figura 1. Modelo experimental en fémur distal ovino. a) Una fractura transfisaria tipo IV insuficientemente reducida provoca una comunicación metáfiso-epifisaria a nivel de la fractura, (flecha curva). b) Esto facilita, en unas semanas, la producción de un puente óseo transfisario (*) con los consiguientes trastornos del crecimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario