Dentro del término tumor óseo se incluyen una amplia serie de afecciones
pseudotumorales (quistes y anormalidades del desarrollo), tumorales benignas
y malignas, primitivas y metastásicas de los huesos.
El diagnóstico clínico precoz es esencial para el pronóstico de sobrevida en
las neoplasias malignas.
El diagnóstico debe considerar tres aspectos básicos: cuadro clínico, imá-
genes radiográficas, e histopatología.
Cuadro clínico.
El dolor es el primer sintoma que aparece en la gran mayo-
ría de los casos. Es inespccífico y según el tipo de tumor, serán sus caracterís-
ticas de intensidad, ritmo y evolución.
Nunca se debe rotular el síntoma, como "dolores de crecimiento" o "reuma-
tismo", sin tomar una radiografía de buena calidad. Característicamente el dolor
es de reposo, de predominio nocturno y refractario a los analgésicos.
La tumoracíón local es un signo tardío, siendo inconveniente llegar a esta
etapa para plantear la sospecha diagnóstica. Sin embargo, en nuestro medio no
es infrecuente ver pacientes en esta condición, por consulta tardía o por falta
de perspicacia del médico frente a consultas reiteradas del paciente.
Relativamente común es la presentación como fractura en hueso patológi-
co.
En niños y adolescentes es muy frecuente que sea secundaria a quistes
óseos, en cambio, en el adulto lo más probable es que se trate de una metásta-
sis.
A veces se llega al diagnóstico por hallazgo radiológico en placas tomadas
para estudiar un traumatismo u otra patología de la región.
Edad. La edad tiene una importancia fundamental en el diagnóstico. El 80%
de los tumores benignos se presentan antes de los 30 años.
De los tumores malignos primitivos, el 60% se desarrolla antes de los 30
años, y el 40° o restante corresponde en su gran mayoría a mielomas, que apare-
cen luego de los 50 años. Las metástasis se observan después de los 45 años.
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