La inestabilidad rotatoria de la articulación
atlanto axial es una patología propiamente
de la edad pediátrica. Puede ser consecuencia
de un traumatismo o de una
infección respiratoria de vías altas. En 1830
Bell y posteriormente Grisel en 1930 describieron
una subluxación rotatoria por
relajación ligamentosa y capsular. Parke y
cols. encuentran una red venosa que anastomosa
el plexo nasofaríngeo con el plexo
epidural y periodontoidal. Los exudados
inflamatorios de la orofaringe pueden llegar las articulaciones atlanto axiales provocando
una inflamación local. La combinación de
una contractura muscular unida a la laxitud
ligamentosa y una inflamación capsulo
sinovial, parecen ser los responsables de la
subluxación rotacional fija.
El cuadro clínico consiste en una tortícolis
fija y dolorosa. Las radiografías transorales
demuestran una asimetría entre la
odontoides y las masas laterales del atlas. La
práctica de una tomografía axial computarizada
demuestra la rotación de las carillas
de C2 sobre C1.
Fielding and Hawkins clasificaron la
subluxación rotacional C1-C2 en 4 tipos
(Fig. 12):
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jueves, 5 de marzo de 2015
miércoles, 4 de marzo de 2015
Inestabilidad atlantoaxial (C1-C2) - Part 2
La inestabilidad no traumática C1-C2 es
frecuente en el síndrome de Down, en displasia
esqueléticas tipo Conradi, en mucopolisacaridosis
y en malformaciones cervicales
tipo Klippel-Feil. La inestabilidad es
secundaria a la laxitud del ligamento transverso
o a la hipoplasia de la apófisis odontoides.
En el síndrome de Down la incidencia
de inestabilidad puede demostrarse hasta
en un 20% de los pacientes.
Cuando la separación entre la cara anterior
del atlas y la odontoides es superior a 5
mm, se recomienda evitar ejercicios que
impliquen una flexión cervical brusca. Si el
intervalo atlanto-odontoides es superior a 10
mm o si existen signos de compresión
medular la fusión C1-C2 debe plantearse
(Figs. 9 a 11).
martes, 3 de marzo de 2015
Inestabilidad atlantoaxial (C1-C2) - Part 1
Estas lesiones se producen a través de un
mecanismo de hiperextensión, hiperflexión
o hiperrotación. Suelen asociarse a fracturas
de odontoides (Figs. 5 a 8). La subluxación
o luxación grave implica un ruptura del
ligamento transverso, aunque en niños
pequeños se produce una separación a nivel
de la sincondrosis de la odontoides (se
fusiona habitualmente a los 6 años). En
estudios realizados en el laboratorio se ha
demostrado que la sección aislada del ligamento
tranverso, permite una traslación
hacia delante del atlas de unos 5 mm. Si
además se seccionan los dos ligamentos alares,
el desplazamiento llega a los 10 mm y si
se asocia la de los ligamentos en Y intrarraquídeos
alcanza 12 mm o más.
En la radiografía de perfil, la distancia
entre el arco anterior del atlas y la odontoides
es superior a los 5 mm. El cuadro clínico
se caracteriza por dolor y tortícolis
estando limitada la extensión pasiva de la
región cervical.
El tratamiento consiste en la reducción
en extensión y traslación posterior seguido
de inmovilización con yeso de Minerva o
«halo-jacket», dependiendo de la edad del
paciente. La duración del tratamiento varía
entre 8 y 12 semanas. En el niño menor de
4 años se han descrito falta de unión entre la odontoides y el cuerpo de C2. Ello se
debe a que el aporte vascular de la odontoides,
que normalmente llega por el extremo
superior no puede ser suplido por la
circulación vascular de la base, debido a la
persistencia del cartílago entre el cuerpo
vertebral de C2. Se crea un verdadero os
odontoideo adquirido que en niños mayores
puede requerir un tratamiento quirúrgico
(tornillo).
lunes, 2 de marzo de 2015
Traumatismos cervicales - Fracturas del Atlas
Las fracturas de C1 son poco frecuentes
en el niño. El mecanismo de producción es
similar al del adulto, un golpe directo sobre
la cabeza que provoque una fuerza de compresión
directa sobre la región cervical. Los
cóndilos occipitales empujan axialmente las
masas laterales del atlas desplazándolas centrípetamente
(fractura de Jefferson). En
niños pequeños la fractura puede producirse
a nivel de la sincondrosis neurocentral (se
fusiona a los 6 años de edad) y de la sin- condrosis posterior (se fusiona a los 5 años).
La clínica consiste en dolor y rigidez cervical
y el diagnóstico se realiza radiográficamente.
En las proyecciones lateral y transoral
hay un aumento de la distancia entre la
odontoides y las masas laterales de C1. La
tomografía computarizada ayuda a confirmar
el diagnóstico, delinea la fractura y
ayuda a diferenciarla de las sincondrosis.
Son fracturas que cursan sin afectación
neurológica y el tratamiento es siempre
conservador, variando desde un collarín
cervical a un «halo-jacket» durante aproximadamente
unos 2 meses. Una vez retirada la inmovilización se debe valorar la estabilidad
mediante las radiografías laterales en
máxima flexión y extensión. La distancia
máxima entre el arco anterior del atlas y la
odontoides en el niño no debe exceder de
5 mm.
domingo, 1 de marzo de 2015
Traumatismos cervicales - LESIONES ESPECÍFICAS - Part 2
El diagnóstico puede establecerse en las
radiografías de perfil. Han sido propuestas
cinco mediciones radiológicas (Fig. 4):
Wholey y cols. miden la distancia entre
el borde anterior del foramen magnum
(basión) y el extremo superior de la odontoides.
La distancia promedio son 5 mm y
la máxima 10 mm.
Powers y cols. usan el coeficiente resultante
de dos mediciones: la distancia desde
el basión (b) al centro de la espinosa del
atlas (c), dividida por la distancia del arco
anterior del atlas (a) al opistión (o) (parte
más posterior del foramen magnum).
El
valor medio del coeficiente en la población es de 0,77.Todo valor superior a 1,0 es sospechoso
de una luxación anterior occipitoatlantoidea.
Doublin y cols. miden la distancia entre
el borde posterior de la mandíbula y la cara
anterior del axis y también de la odontoides.
La distancia normal desde la mandíbula
al atlas varía de 2 a 5 mm y desde la mandíbula
al axis de 9 a 12 emm.
Esta medición
no es útil ante la presencia de una fractura
de maxilar inferior.
Kaufman y cols. midieron la distancia de
la articulación occipitoatlantoidea en toda
su extensión y comprobaron que nunca
excedía de los 5 mm.
Lee y cols. describieron dos líneas: una
que une el basión (b) con la línea laminoespinal
de C2, la cual debe ser tangencial a
la parte posterosuperior de la odontoides.
La otra, que une el opistión (o) con el
extremo postero inferior del cuerpo vertebral
de C2, debe ser tangencial a la parte
superior de la línea lamino-espinosa de C1.
Cuando estas líneas no pasan puntos de
referencia (odontoides y unión láminoespinosa
de C1) estamos en presencia de
una luxación. Esta medición es la más exacta,
ya que no depende de porcentajes ni se
altera por fracturas de maxilar.
El método más práctico para demostrar
esta lesión es la tomografía computarizada y
la RM que confirman la lesión ligamentosa,
así como la separación ósea.
Esta lesiones tienen dos caracteríscas:
son extraordinariamente inestables y las
lesiones ligamentosas son tan graves que no
suelen curar espontáneamente. El tratamiento
consiste en reducción mediante
maniobras de flexión muy suaves y siempre
bajo control radiográfico seguidas estabilización
con halo. En caso de inestabilidad
crónica la fusión occipito atlantoidea está
indicada.
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