El diagnóstico puede establecerse en las
radiografías de perfil. Han sido propuestas
cinco mediciones radiológicas (Fig. 4):
Wholey y cols. miden la distancia entre
el borde anterior del foramen magnum
(basión) y el extremo superior de la odontoides.
La distancia promedio son 5 mm y
la máxima 10 mm.
Powers y cols. usan el coeficiente resultante
de dos mediciones: la distancia desde
el basión (b) al centro de la espinosa del
atlas (c), dividida por la distancia del arco
anterior del atlas (a) al opistión (o) (parte
más posterior del foramen magnum).
El
valor medio del coeficiente en la población es de 0,77.Todo valor superior a 1,0 es sospechoso
de una luxación anterior occipitoatlantoidea.
Doublin y cols. miden la distancia entre
el borde posterior de la mandíbula y la cara
anterior del axis y también de la odontoides.
La distancia normal desde la mandíbula
al atlas varía de 2 a 5 mm y desde la mandíbula
al axis de 9 a 12 emm.
Esta medición
no es útil ante la presencia de una fractura
de maxilar inferior.
Kaufman y cols. midieron la distancia de
la articulación occipitoatlantoidea en toda
su extensión y comprobaron que nunca
excedía de los 5 mm.
Lee y cols. describieron dos líneas: una
que une el basión (b) con la línea laminoespinal
de C2, la cual debe ser tangencial a
la parte posterosuperior de la odontoides.
La otra, que une el opistión (o) con el
extremo postero inferior del cuerpo vertebral
de C2, debe ser tangencial a la parte
superior de la línea lamino-espinosa de C1.
Cuando estas líneas no pasan puntos de
referencia (odontoides y unión láminoespinosa
de C1) estamos en presencia de
una luxación. Esta medición es la más exacta,
ya que no depende de porcentajes ni se
altera por fracturas de maxilar.
El método más práctico para demostrar
esta lesión es la tomografía computarizada y
la RM que confirman la lesión ligamentosa,
así como la separación ósea.
Esta lesiones tienen dos caracteríscas:
son extraordinariamente inestables y las
lesiones ligamentosas son tan graves que no
suelen curar espontáneamente. El tratamiento
consiste en reducción mediante
maniobras de flexión muy suaves y siempre
bajo control radiográfico seguidas estabilización
con halo. En caso de inestabilidad
crónica la fusión occipito atlantoidea está
indicada.
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