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domingo, 1 de marzo de 2015

Traumatismos cervicales - LESIONES ESPECÍFICAS - Part 2

Diagnóstico radiográfico 
El diagnóstico puede establecerse en las radiografías de perfil. Han sido propuestas cinco mediciones radiológicas (Fig. 4): Wholey y cols. miden la distancia entre el borde anterior del foramen magnum (basión) y el extremo superior de la odontoides. La distancia promedio son 5 mm y la máxima 10 mm. Powers y cols. usan el coeficiente resultante de dos mediciones: la distancia desde el basión (b) al centro de la espinosa del atlas (c), dividida por la distancia del arco anterior del atlas (a) al opistión (o) (parte más posterior del foramen magnum). 
El valor medio del coeficiente en la población es de 0,77.Todo valor superior a 1,0 es sospechoso de una luxación anterior occipitoatlantoidea. Doublin y cols. miden la distancia entre el borde posterior de la mandíbula y la cara anterior del axis y también de la odontoides. La distancia normal desde la mandíbula al atlas varía de 2 a 5 mm y desde la mandíbula al axis de 9 a 12 emm. 
Esta medición no es útil ante la presencia de una fractura de maxilar inferior. Kaufman y cols. midieron la distancia de la articulación occipitoatlantoidea en toda su extensión y comprobaron que nunca excedía de los 5 mm. Lee y cols. describieron dos líneas: una que une el basión (b) con la línea laminoespinal de C2, la cual debe ser tangencial a la parte posterosuperior de la odontoides. La otra, que une el opistión (o) con el extremo postero inferior del cuerpo vertebral de C2, debe ser tangencial a la parte superior de la línea lamino-espinosa de C1. Cuando estas líneas no pasan puntos de referencia (odontoides y unión láminoespinosa de C1) estamos en presencia de una luxación. Esta medición es la más exacta, ya que no depende de porcentajes ni se altera por fracturas de maxilar. El método más práctico para demostrar esta lesión es la tomografía computarizada y la RM que confirman la lesión ligamentosa, así como la separación ósea. Esta lesiones tienen dos caracteríscas: son extraordinariamente inestables y las lesiones ligamentosas son tan graves que no suelen curar espontáneamente. El tratamiento consiste en reducción mediante maniobras de flexión muy suaves y siempre bajo control radiográfico seguidas estabilización con halo. En caso de inestabilidad crónica la fusión occipito atlantoidea está indicada.

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