Una lesión cervical debe sospecharse en
un niño inconsciente después de un traumatismo,
ante la presencia de dolor, rigidez
cervical o tortícolis o bien cuando el
paciente refiera una pérdida de fuerza o
alteración de la sensibilidad en las extremidades,
aunque hayan sido pasajeras.
La exploración clínica es fundamental.
La presencia de «clonus» en un niño comatoso,
heridas en la cara o en el cuero cabelludo
o la historia de un paro cardiorrespiratorio
son sugestivas de una lesión medular
cervical. La exploración en un niño
consciente, pero de corta edad puede ser
compleja. La presencia de un reflejo de retirada
ante un estímulo puede ser confundido
con un movimiento voluntario de las
extremidades. En niños más colaboradores,
la disminución o ausencia de movilidad
voluntaria en las extremidades o alteraciones
de la sensibilidad son patognomónicos
de una lesión medular cervical. Es importante
investigar las alteraciones neurológicas
transitorias en un niño con una exploración
neurológica normal. Estos pacientes
pueden presentar una inestabilidad cervical
grave sin alteraciones radiográficas que
puede desencadenar una lesión neurológica
catastrófica (Spinal Cord Injury Without
Radiological Abnormalities o SCIWORA).
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