Su mal pronóstico se deriva de la circulación termina! de la epífisis femoral,
que se interrumpe por el desplazamiento de los cabos fractúranos, por lo cual más
de la mitad de los casos presenta necrosis avascular y/o falta de consolidación
(Figura 7-39).
Diagnóstico. Sospecha sistemática en todo anciano que presente dolor e
impotencia funcional, aun cuando aparentemente no se haya caído.
En las fracturas impactadas puede haber sólo dolor inguinal, con deam-
bulación conservada.
La extremidad se observa con discreta rotación externa y muy dolorosa al
movilizar.
El estudio radiológico contempla placa de pelvis anteroposterior y la cadera
lesionada en dos planos.
Clasificación. Está basada en la localización de la fractura, la orientación
de los rasgos y la separación de los cabos de fractura (Figuras 7-40, 7-41, 7-42).
Tratamiento. Es quirúrgico en todos los pacientes. El momento de la inter-
vención y la técnica a emplear dependen de la edad paciente, desplazamiento
de la fractura y existencia de lesiones previas de la cadera (artritis reumatoidea
y muy rara vez artrosis).
Los ancianos postrados previos, por grave compromiso psicoorgánico no
deben operarse. Los aún activos, independiente de la edad, deben intervenirse
en las horas siguientes para evitar las complicaciones y deterioro del reposo en
cama.
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