Cuando la fractura se localiza
en tercio medio, la tendencia al desplazamiento
de los fragmentos es menor que en
tercio proximal y, por tanto, la reducción es
más fácil de conseguir y mantener. La
inmovilización se debe realizar con yeso
braquio-palmar en la posición de máxima
estabilidad, que suele ser en prono-supinación neutra o en ligera supinación distal y
codo flexionado 90º durante 4 semanas,
seguida de yeso antebraquiopalmar hasta
que tanto radiológica como clínicamente
haya signos de consolidación (Fig. 43). Se
ha preconizado también el uso de yeso braquiopalmar
con codo en extensión con
buenos resultados en estas fracturas. En las
fracturas completas de cubito y radio en el
tercio proximal hay mayor tendencia al desplazamiento
y el tratamiento cerrado es
más difícil aunque, como decimos, debe
intentarse.
El desplazamiento suele consistir
en flexión y supinación proximal y pronación
distal, por lo que la reducción y el
mantenimiento se consiguen en supinación
forzada si es necesario. Las fracturas de
antebrazo han mostrado una alta capacidad
de remodelación que, como en fracturas de
otras localizaciones, depende de la edad del
paciente, grado de deformidad, distancia de
la fractura a la fisis y dirección de la angulación.
Como criterio general, se considera
que una angulación residual es aceptable
hasta 20-30º en edades menores de 8-10
años. A esa edad también se puede tolerar
un acabalgamiento, siempre que no haya
impronta en la membrana interósea en
cuyo caso hay riesgo de sinostosis radiocubital
espontánea. En niños mayores de 12
años y niñas mayores de 10, la angulación
residual máxima aceptable es de 20º y no se
deben tolerar acabalgamientos a pesar de
que hallazgos recientes de Price y cols.
indican que incluso en esa edad es habitual
ver importantes recuperaciones morfológicas
y funcionales de mal-uniones severas en
este tipo de fracturas.
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