El diagnóstico debe ser clínico, no imagenológico. Lo esencial surge de la
historia y de la exploración física, representando éstas el 90% del diagnóstico.
Los exámenes del laboratorio son complementarios, su significación y relevan-
cia se expresan cuando son concordantes con la clínica.
La gran mayoría de las consultas obedece a causas menores. Refieren
molestias imprecisas, que interfieren levemente con las actividades cotidianas y
preocupan por su recurrencia.
Las medidas terapéuticas simples son suficientes, NO debe alarmarse al
paciente solicitando exámenes de laboratorios sofisticados.
El médico debe saber reconocer los patrones sintomáticos de alarma, que
orientan a pensar en causas etiológicas de mayor gravedad pronostica. Estos
síntomas son:
- Dolor de reposo y/o nocturno.
- Baja de peso manteniendo ingesta alimentaria habitual.
- Fiebre asociada, intermitente o continua.
- Rigidez matinal y poliartralgias.
- Dolor agudo, persistente, refractario al tratamiento sintomático.
- Déficit neurológico.
Debe solicitar exámenes complementarios atingentes e interpretarlos co-
rrectamente. Radiografías de la zona, hemograma, velocidad de sedimentación,
factor reumatoideo y perfil bioquímico, bastarán en la gran mayoría de los ca-
sos. Con cierta frecuencia será necesaria una cintigrafía ósea en tres fases y
ocasionalmente una tipificación del antígeno HLA-B27.
No hay justificación para solicitar exámenes de alto costo (TAC-RM) como
primer estudio, costo que paga el paciente sin ningún beneficio diagnóstico a
cambio.
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