INTRODUCCIÓN
Fracturas abiertas son aquellas en las
cuales existe comunicación del foco de
fractura con el exterior.También debemos
considerar como abiertas aquellas fracturas
con gran lesión de partes blandas (Lesiones
por aplastamiento) en las cuales al principio
no existe solución de continuidad en la piel
pero secundariamente puede haber exposición
del foco de fractura por necrosis de la
piel.
La infección, retraso de consolidación y
pseudartrosis, limitaciones funcionales e
incluso amputación son complicaciones
que afectan de un modo especial a estas
fracturas, en las cuales no solo existe la
lesión ósea, sino que nos encontramos frecuentemente
con lesiones de otros elementos
nobles que plantean problemas sobre su
resolución inmediata y su cobertura cutánea.
El pronóstico e índice de complicaciones
viene determinado en mayor medida
por la afectación de los tejidos blandos que
por las características de la fractura.
Aparte de los problemas médicos que
este tipo de fracturas presentan, también
suponen una importante alteración de las
actividades propias de la infancia. En las
fracturas abiertas de tibia se pierden una
media de 4 meses de colegio y el 33% de
los niños deben repetir curso.
Gran parte de los principios generales
utilizados en el tratamiento de las fracturas
abiertas en el adulto, son extrapolables al
niño.
No obstante, la edad, la mayor elasticidad
ósea, la capacidad de remodelación y
crecimiento, un perióstio más grueso son
características de la infancia que condicionan
algunas diferencias de comportamiento
de estas lesiones respecto al adulto.
Las fracturas abiertas se producen en un
contexto de traumatismo de alta energía,
especialmente accidentes de tráfico y
deportes de velocidad, siendo frecuente la
existencia de lesiones asociadas que pueden
condicionar el pronóstico vital o funcional
del paciente en mayor medida que el tipo
de fractura.
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