Sin embargo, hay una serie de puntos
generales que se pueden tener presentes en
el manejo de estos niños desafortunados.
• Cuando se considere la fijación interna,
el empleo de sistemas intramedulares
son generalmente, más efectivos
que la placa y tornillos. La colocación
de una placa atornillada provoca un
estrés localizado, y, aunque pueda estabilizar
la fractura, puede aparecer nuevas
fracturas a través del orificio del
tornillo proximal o distal de la placa.
Los sistemas intramedulares, sin
embargo, estabilizan el hueso proporcionando
no sólo una buena alineación
y consolidación de la fractura,
sino que protege al hueso a largo
plazo. Buenos ejemplos de aplicaciones
intramedulares son las osteotomías
múltiples y enclavijamiento en
niños con Osteogénesis Imperfecta y
la corrección de las deformidades con
clavos intramedulares en la displasia
fibrosa. El mensaje que queremos transmitir
es que en estos casos es mucho más
fácil corregir y mantener una deformidad
moderada que tiende a progresar, que corregir
completamente una deformidad o mala
alineación muy acusada.
• El hueso patológico que consolida
con deformidad, frecuentemente se
vuelve a romper. Se sabe desde hace
tiempo que la consolidación de la
pseudoartrosis de la tibia se puede
conseguir mediante el empleo de
campos magnéticos o más reciente
por medio del sistema de Ilizarov. Sin
embargo, si persiste la deformidad la
refractura es fácil que ocurra a medio
o largo plazo. Lo mismo sucede en la
osteogénesis imperfecta donde una
deformidad residual es habitualmente
progresiva e incluso puede deformar
los sistemas intramedulares. El mensaje
aquí sería que el hueso recto con un clavo
intramedular en su interior frecuentemente
va mejor a largo plazo.
• Frecuentemente no se diagnostican
anomalías neurológicas ocultas cuando
hay una fractura patológica asociada a una indiferencia congénita al
dolor. Muchos casos de articulaciones
de Charcot están ocultos durante
meses antes que la enfermedad subyacente
sea diagnosticada. La osteoporosis
de la parálisis cerebral no es infrecuente
que se asocie con una fractura
y espasmo muscular, el cual provoca
no solamente un dolor inaceptable al
paciente, sino que también deformidad
angular difícil de mantener por
medio de métodos conservadores. La
estabilización quirúrgica, por tanto, es
importante en el manejo primario de
estas fracturas (Fig. 5).
• El quiste óseo esencial frecuentemente
continúa creciendo pudiendo provocar
una fractura mientras el quiste
permanezca en contacto con la placa
de crecimiento. Cuando el quiste se
separa de dicho cartílago de crecimiento,
las corticales comienzan a
engrosarse, y aunque la cavidad quística
persista no suelen producirse fracturas.
El manejo de estos niños puede
ser muy conservador.
• En las fracturas de estrés, el problema
primario es el reconocimiento del
problema que está oculto y la prevención
de las recaídas por medio de protocolos
de entrenamiento adecuados
que no provoquen fuerzas anormales,
especialmente durante las fases de crecimiento
rápido. Las lesiones no accidentales
deben ser reconocidas e instaurar
rápidamente los procedimientos
de protección al menor.
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