Son poco frecuentes, se ha calculado
una frecuencia de 0.02% en recién nacidos
vivos. La frecuencia de estas fracturas
aumenta al 17% en pacientes con mielomeningocele
torácico o lumbar alto con contracturas.
Los huesos largos de las extremidades se
fracturan cuando existe dificultad para el
descenso de las extremidades extendidas en
el canal de parto. Los factores de riesgo para
estas fracturas son: maniobras obstétricas
intempestivas en el 75% de los casos,
maniobras intempestivas en las cesáreas en
un 35%, parto prolongado en un 33% y
prematurez en un 25%. La curación es rápida
debido a la velocidad con que se forma
callo y raramente queda una deformidad
permanente.
Fracturas de húmero
La fractura de la diáfisis humeral suele
producirse en su tercio medio, es transversal
u oblicua y angulada en sentido lateral,
por la acción del deltoides. A menudo se
acompaña de parálisis del nervio radial, que
por lo general se recupera totalmente de 6 a 8 semanas. El mecanismo de producción
es la tracción del brazo extendido en la presentación
de nalgas o la tracción axilar para
desencajar el miembro retenido o impactado
en las presentaciones cefálicas a todo lo
cuál se suma el factor causal de la presión
directa sobre la diáfisis humeral.
Cuando la fractura es completa se
acompaña de cabalgamiento de los fragmentos.
Existe inmovilidad de esta parte de
la extremidad o en su totalidad, con deformidad
o angulación en el brazo y reflejo de
Moro ausente en el lado afectado.
La radiografía
confirma el tipo y desplazamiento de
los fragmentos óseos..
El tratamiento es siempre conservador
inmovilizando el brazo en ángulo recto
pegado al tórax con interposición de un
material blando entre ambos durante 2
semanas. A pesar del cabalgamiento o la
angulación de los fragmentos, no es necesario
realizar una reducción, el simple contacto
de los fragmentos dará lugar a la consolidación
y el proceso de remodelación
corregirá gradualmente la angulación con
el crecimiento.
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