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Las fracturas tipos I y II, en principio, no
necesitan reducción y basta con la inmovilización, mientras que en las fracturas más
desplazadas, tipos III y IV, el tratamiento
más adecuado es la reducción bajo anestesia
general e inmovilización. En caso de que
la reducción cerrada resulte imposible se
debe proceder a la reducción abierta, aunque
no es necesario que sea anatómica por
la gran capacidad remodeladora mencionada.
Lógicamente, esta capacidad de remodelación
va en relación inversa a la edad del
paciente.
Por eso podemos ser más permisivos
en cuanto a la reducción con los niños
pequeños que con los adolescentes en los
que trataremos que el desplazamiento residual
sea el mínimo posible. Curtis,
Dameron y Rockwood sugieren unos valores
de angulación/desplazamiento residuales
aceptables en relación con la edad que
concretan aún más las indicaciones terapéuticas
en este tipo de fracturas.
Concretamente en niños de entre 12 meses
y 5 años, se podrían aceptar como buenas
una angulación de hasta 70º y hasta un
100% de desplazamiento. Entre 5 y 12 años,
hasta 50º de angulación y un 50% de aposición
podrían corregirse espontáneamente.
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