La inmovilización se deberá retirar a las 4-
6 semanas tras las que no suele ser necesario
el tratamiento rehabilitador.
Conforme pasa el tiempo, al igual que
ocurre con las fracturas diafisarias femorales,
va siendo más popular el enclavado
intramedular elástico estable (EIEE) o sistemas
similares (Fig. 12) con lo que, asumiendo
el riesgo de una intervención quirúrgica,
se evita el uso de inmovilizaciones
demasiado restrictivas y tediosas.
Otra ocasión
en que recomendamos el tratamiento
quirúrgico es en las fracturas abiertas (Fig.
13) con gran atricción de partes blandas
(tipo III de Gustilo) en que utilizamos
generalmente la fijación externa con la que,
a pesar de conseguir callos óseos escasos
(Fig. 14), se suele llegar a buen término en
cada caso.
Dentro de las complicaciones, además
de los casos de insuficiente remodelación
(angulaciones generalmente) que se dan sobre todo en niños a partir de los 12-13
años, la más temida lesión asociada a estas
fracturas es la parálisis del nervio radial. Este
nervio, al transcurrir adyacente al húmero a
lo largo de la diafisis puede lesionarse por
contusión directa de los fragmentos fracturarios.
En niños esta lesión es mucho más
rara que en adultos, y cuando se da suele
corresponder a una neuroapraxia que recupera
habitualmente de modo espontáneo.
Puede darse hipercrecimiento a medio
plazo (hasta los 18-24 meses post-fractura)
pero extraordinariamente pasa de los 10
mm por lo que su repercusión funcional es
inapreciable.
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