INTRODUCCIÓN
Las fracturas de la extremidad superior
en los niños, sobre todo las más distales
(antebrazo, muñeca y mano), llegan a ser
hasta tres veces más frecuentes que las de la
extremidad inferior. De hecho, en largas
series publicadas se ha observado que hasta
7 de las 10 fracturas infantiles más frecuentes
corresponden topográficamente al
miembro superior y que aproximadamente
el 50% de las fracturas infantiles corresponden
a antebrazo y mano.
Este hecho, junto
a las graves secuelas que se pueden derivar
de un diagnóstico tardío o de un tratamiento
inadecuado (a veces incluso tras tratamientos
correctos), hace que debamos
conceder una especial importancia a las
fracturas de esta localización. La mayoría de
estas fracturas se producen a partir de los 6
años de edad y la circunstancia relacionada
con la fractura es, sobre todo, la actividad
deportiva seguida de los juegos al aire libre
en la escuela y los accidentes de tráfico. En
los niños más pequeños, lógicamente, los
accidentes domésticos son la causa más frecuente
de estas fracturas.
Como prácticamente todas las fracturas
en los niños, las localizadas en la extremidad
superior también presentan una rápida
curación y son raros los problemas de consolidación
(no-unión, retraso de consolidación,
etc.).
Asimismo, se observa un proceso
de remodelación muy activo en las fracturas
mal unidas sobre todo en los niños
pequeños y en las regiones cercanas a las
fisis más fértiles. De hecho, es difícil observar
remodelaciones tan asombrosas y rápidas
como las que se aprecian en las fracturas
del extremo proximal humeral. El fenómeno
de hipercrecimiento tras la consolidación
de fracturas de los huesos largos en
niños es de menor importancia en la extremidad
superior que en la inferior y, de
hecho, en las fracturas de antebrazo es prácticamente
inexistente. Las rigideces articulares
son extraordinarias y están en relación
sobre todo con graves fracturas a nivel del
codo o con tratamientos quirúrgicos agresivos
en algunas fracturas articulares o cercanas
a articulaciones. Las fracturas del cartílago
de crecimiento pueden conllevar cierres
fisarios prematuros con sus correspon dientes consecuencias (acortamientos y/o
deformidades angulares). No obstante, las
repercusiones funcionales son, en general y
con excepciones como puede ser el cierre
prematuro de la fisis cubital distal, de menos
importancia que las que se pueden dar en
las extremidades inferiores sobre todo a
nivel de la rodilla.
Estos hechos, sobre todo la rápida consolidación
y capacidad de remodelación,
hacen que el tratamiento de la mayoría de
fracturas de las extremidades superiores en
los niños sea conservador.
No obstante, hay ocasiones en que está
indicada la reducción y la fijación de la
fractura de modo quirúrgico bien sea percutáneamente
o mediante cirugía abierta
convencional. Los métodos de fijación más
empleados son las agujas de Kirschner en
las fracturas epífiso-metafisarias y el enclavado
endomedular con varillas elásticas en
las diafisarias. Otros métodos que también
se usan aunque en casos más concretos son
la fijación externa y las placas de osteosíntesis
(DCP), ambas para la fijación de fracturas
diafisarias sobre todo. Se use el método
que se use, hay que prestar especial atención
y cuidado a las posibles lesiones iátricas
que se pueden generar con el uso de
estos medios de osteosíntesis sobre todo las
lesiones fisarias y, en los casos de uso de
varillas elásticas, infecciones en su trayecto
si se dejan expuestas a través de la piel.
En el resto del capítulo trataremos de
analizar los rasgos principales de las fracturas
infantiles de la cintura escapular y extremidad
superior siguiendo un orden topográfico.
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