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domingo, 22 de diciembre de 2013

CODO

Los traumatismos del codo, han sido tradicionalmente los más temidos por los cirujanos –sobre todo los más jóvenes- y no sin razón porque son las lesiones de la extremidad superior que más problemas entrañan. El primer problema es el diagnóstico: saber si existe o no una fractura y sobre todo definir el tipo de fractura. Esta dificultad es mayor en niños menores de 6-8 años por la escasa y compleja osificación de la extremidad distal del húmero que, a esa edad, se compone fundamentalmente de cartílago hialino radiotransparente. En segundo lugar aparecen las dificultades en el tratamiento: la reducción y el mantenimiento de los fragmentos fracturarios es, con frecuencia, difícil y, arriesgado. El porcentaje de complicaciones neuro-vasculares de estas fracturas -tanto antes como durante el tratamiento- es alto. Las fracturas y luxaciones del codo presentan también una incidencia no desdeñable de no-uniones y limitaciones funcionales tras el tratamiento.
Figura 13. Fractura abierta de diáfisis humeral en un niño de 9 años. Obsérvese, cruzando el foco de fractura, el nervio radial (flecha) adyacente al húmero, lo que ilustra acerca de su vulnerabilidad (a). Se practicó un desbridamiento quirúrgico y estabilización con fijador externo (b).

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