producen tras golpes de extraordinaria violencia
en un contexto de politraumatismo,
en los que es imprescindible la exploración
neurovascular para descartar otras lesiones.
Suelen estar asociadas a otras lesiones de la
articulación glenohumeral, y pueden presentarse
de forma aislada en situaciones de
maltrato al menor. Para su correcta valoración
deben estudiarse en radiografías en
proyección anteroposterior y lateral desenfilada
de la escápula. Es excepcional la
necesidad de tratamiento quirúrgico y evolucionan
generalmente bien con un tratamiento
conservador inmovilizando con
cabestrillo, durante 3-4 semanas, la extremidad
superior afecta.
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