La irrigación y el desbridamiento de la
herida es un factor fundamental para evitar
la infección y en ningún caso puede ser
sustituido por la antibioterapia solamente.
El tratamiento se inicia con una limpieza
externa y un lavado copioso de la herida
con suero salino. La función fundamental
del lavado es mecánica con arrastre de
cuerpos extraños y tejidos desvitalizados.
No obstante algunos autores aconsejan añadir
antibióticos al líquido de lavado.
Aunque se admite, de un modo general,
que el desbridamiento y la limpieza deben
ser precoces, algunos estudios no aprecian
diferencias en la tasa de infección entre
aquellos casos en que la cirugía se realizó
antes de las seis horas o cuando se realizó
entre las seis y 24 horas tras el traumatismo.
Si es posible, antes de iniciar el desbridamiento
colocamos un manguito de
isquemia en la raíz del miembro, pero sin
subir la presión, por si es necesario un control
temporal de la hemorragia.
Creemos que de este modo se distinguen
mejor los tejidos desvitalizados.
El desbridamiento y la revisión deben
incluir todos los planos, hasta el foco de
fractura.
Esto puede exigir una ampliación
de la herida cutánea. Sisk considera que
cuando la herida es de pequeño tamaño,
menos de la mitad del diámetro del hueso
fracturado, no es obligatorio revisar el foco
de fractura.
Se extirparán todos los tejidos que consideremos
desvitalizados, lo cual no siempre
es fácil de determinar en el momento inicial.
A nivel muscular, el color, el sangrado
y la contractilidad al corte son signos fiables
de viabilidad. Los fragmentos óseos desvitalizados,
sin inserciones, deben ser eliminados
asumiendo el riesgo de que aparezca un
déficit de sustancia que requiera ulteriormente
algún procedimiento quirúrgico.
Las fracturas con importantes lesiones
de partes blandas requerirán con frecuencia
desbridamientos repetidos a las 48-72
horas. En estos casos el tratamiento antibiótico
debe prolongarse al menos 48 horas
tras el último desbridamiento.
El cierre de la herida continua siendo
tema de controversia. Existen firmes partidarios
del cierre diferido en todos los casos.
No obstante en aquellos casos en que el
cierre se puede realizar sin tensión ni espacios
muertos, no han transcurrido más de 8
horas desde el traumatismo, no hay evidencia
de contaminación y la limpieza sea adecuada,
se puede realizar el cierre primario
de la herida dejando generalmente algún
sistema de drenaje. Se trata fundamentalmente
de fracturas tipo I y II con escasa
lesión de partes blandas.
En las fracturas tipo III, el mayor grado
de contaminación, la pérdida tejidos y la
dificultad para reconocer inicialmente
todos los tejidos desvitalizados, desaconsejan
o impiden la realización de un cierre
primario de la herida, debiéndose realizar, generalmente, desbridamientos repetidos
pasados 2 ó 3 días.
Tras la realización del tratamiento de las
partes blandas, debemos evitar que queden
expuestos el foco de fractura, vasos, nervios
o tendones, si no es posible, su cobertura
adecuada con la piel, se puede desplazar
localmente los vientres musculares vecinos.
No obstante, las técnicas de cobertura que
precisen de una disección amplia no deben
realizarse en el tratamiento inicial.
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