Son frecuentes en el niño las lesiones por
aplastamiento del pulpejo, algunas con pérdida
de la uña, habitualmente producidas por
atrapamiento del dedo en una puerta o en
una silla plegable, o también por un golpe
de martillo o una piedra (Fig.4). Si bien
puede producirse una fractura de la falange
distal, el problema fundamental suele ser
cutáneo por pérdida de sustancia; la sutura
del pulpejo y del lecho ungueal deben ser
prioritarios para evitar deformidades del
pulpejo. Siempre que sea posible, deberá
evitarse la avulsión de la uña, que actúa
como férula; para obviar la acumulación de
un hematoma se pueden perforar unos orificios
en la uña como drenaje. La lesión
ósea suele ser una fractura conminuta de la
cabeza de la falange distal, pero puede darse
también una fractura con la característica
peculiar de tener un trazado longitudinal,
que no se observa en los adultos. Estas
lesiones suelen darse en niños pequeños.
Mención especial merece la deformidad
en dedo en martillo o «mallet finger», con
levantamiento de la base de la uña; una
radiografía suele mostrar un desprendimiento
epifisario de la base de la falange
distal (Fig. 5). En los niños el arrancamiento
o la ruptura del tendón extensor es
excepcional, por lo que ante un «mallet finger
» hay que pensar siempre en una lesión
ósea. No hay que extirpar la uña, que se
repondrá en su sitio una vez reducida la
epifisiolisis y nos servirá de férula para contener
la reducción, que suele ser estable, a
pesar de lo cual se inmovilizará el dedo en
hiperextensión con una férula de aluminio.
La persistencia de una cierta deformidad en
martillo o de una reducción insuficiente,
debe hacer sospechar la interposición de la
matriz ungueal. Un tipo semejante de fractura
por aplastamiento, se puede también
producir en niños pequeños, en los que no
ha aparecido aún el núcleo epifisario de osificación, debiendo hacerse el diagnóstico
clínicamente, ya que la radiografía no mostrará
ninguna lesión.
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