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miércoles, 18 de febrero de 2015

Lesiones traumáticas de la mano - VIII

Parece que la resistencia mecánica del tejido de crecimiento está disminuida en el momento de la maduración sexual y así la alteración endocrina puberal puede influir en la aparición de las fracturas fisarias, quedando ello reflejado en la distinta edad de presentación en niños y niñas, que corresponde al distinto momento en que aparece su pubertad (Tabla 3). Utilizando promedios globales se puede observar que la edad media de aparición de las fracturas metafisarias es de 7 años 11 meses y el de las fracturas fisarias es de 11 años; pero dentro de las fisarias la edad en los tipo II es de 10 años 1 mes y los demás tipos de 12 años 3 meses. Podría de ello deducirse que un mismo traumatismo en un niño pequeño produciría una fractura metafisaria, hacia los 10 años una fractura fisaria tipo II, es decir con un fragmento metafisario de trazado triangular y las fracturas tipos III y IV se darían en niños ya mayores, entre los 11 y 13 años de edad. En cuanto al tratamiento, la problemática de las fracturas metafisarias suele ser semejante a las fisarias tipo II de Salter- Harris. 
Las fracturas en la base de la falange proximal, con frecuencia presentan una inclinación lateral. Un método práctico de reducción es hacer presión sobre un lápiz colocado entre este dedo y su vecino, a modo de fulcro (Fig. 13), manteniendo la MCF en flexión, ya que al estar los ligamentos laterales tensos da una mayor estabilidad a la articulación y permite hacer una mayor fuerza para la corrección. En las fracturas fisarias tipos III y IV, con participación articular, debe apurarse la reducción y pueden necesitar la fijación con una aguja de Kirschner o con una lazada de alambre. Sin embargo, sólo el 5,6% del total de fracturas de la mano revisadas precisaron tratamiento quirúrgico.

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