Las fracturas diafisarias en el niño presentan
una problemática semejante a la del
adulto (Fig. 7). Suelen ser más frecuentes las
fracturas oblicuas y puede aparecer una
forma peculiar, que son las fracturas de trazado
longitudinal que se dan en niños
pequeños (edad media de 6 años) y, generalmente,
son provocadas por aplastamiento.
Las fracturas de la falange proximal, por
la acción de la musculatura intrínseca, suelen
desviarse en extensión, mientras que las
fracturas de los metacarpianos lo hacen en
flexión, por la fuerte tracción que ejercen
los tendones flexores de los dedos.
Si bien la mayoría de fracturas del cuello de
la falange tienen poco desplazamiento e
incluso pueden pasar desapercibidas de no
hacer una correcta radiografía de perfil (Fig
8), merecen una especial mención las fracturas
del cuello de la falange proximal con rotación de 90º del fragmento condíleo, que
queda bloqueado por la cápsula y los ligamentos
laterales (Fig. 9); son poco frecuentes,
pero si no se reducen son causa de una
notable limitación de la movilidad de la
articulación interfalángica proximal (IFP).
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