INTRODUCCIÓN
La presencia de placas de crecimientos
vertebrales da lugar a fracturas específicas y
diferencias terapéuticas y pronósticas marcadas
con las fracturas del adulto.
Las fracturas toraco-lumbares en niños
respecto a las del adulto son más infrecuentes,
requieren mayores fuerzas para su producción,
suelen localizarse a nivel torácico
alto en lugar de toracolumbar, tienen
menor morbilidad y, generalmente, se consigue
la estabilidad vertebral con tratamiento
conservador.
La columna vertebral infantil tiene una
serie de características biológicas y físicas
que le permiten neutralizar más fácilmente
un traumatismo. La mayor proporción de
cartílago, la mayor altura de los discos intervertebrales
y la elasticidad de los ligamentos
proporcionan mayor movilidad y contribuye
a la infrecuencia de estas lesiones en
niños, que sólo representan el 2-5% de los
fracturados vertebrales.
En recién nacidos las fracturas habitualmente
se localizan a nivel cervico-torácico,
en los niños más pequeños en columna cervical,
en columna torácica hasta los ocho o
nueve años de edad y al aumentar la edad
tiende a igualarse la incidencia de fracturas
en columna cervical, torácica y lumbar.
La
incidencia de lesión medular asociada a
fractura es muy baja, menos del 1% de parapléjicos
traumáticos se produjeron la lesión
en la infancia.
La etiología más frecuente en los niños
más pequeños son accidentes de tráfico,
precipitaciones y lesiones obstétricas.
También debe tenerse siempre en cuenta la
posibilidad de maltrato infantil. En los
mayores de ocho o nueve años aumenta la
incidencia de traumatismos originados por
deporte y accidentes de tráfico. Un mecanismo
de producción característico de la
infancia es el cinturón de seguridad del
asiento trasero, en colisiones de vehículos a
alta velocidad. También se han descrito
fracturas por compresión en el 70% de los
tétanos infantiles
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