El daño de la médula espinal secundario
a traumatismo puede ser causado por fuerzas
de flexión, extensión, inclinación lateral,
compresión y tracción longitudinal de la
columna vertebral, asociadas o no con
algún grado de rotación.
Estas fuerzas pueden
dañar la médula por estiramiento, compresión
y concusión del tejido neural, con
o sin alteración vascular. En ausencia de
lesión osteoarticular, la tracción longitudinal
axial, la deformación y la isquemia
medular intervienen en la patogénesis del
daño neurológico.
Frecuentemente, las lesiones cervicales
se asocian con traumatismos directos craneales
y faciales que provocan la transmisión
de fuerzas deformantes al cuello.
El mecanismo más común de producción
de fracturas inestables en la columna
toracolumbar y lumbar son las fuerzas de
rotación o las de flexión y rotación. La
mayoría de las lesiones son el resultado de
accidentes de automóvil. Menos frecuentes
son las debidas a caídas desde altura y accidentes
deportivos.
En la columna vertebral infantil se producen
un tipo de lesiones específicas en
accidentes de tráfico debido al cinturón de
seguridad que suele estar colocado sobre el
abdomen y hace de eje anterior en colisiones
frontales a gran velocidad con desaceleración
(Fig. 2). El nivel de lesión en niños
es normalmente la columna lumbar media
de L2 a L4 y se asocia en un 15% de los
casos con paraplejía, frecuentemente completa.
Además, alrededor de un 30% de los
casos se acompaña de lesiones intraabdominales. La mejor forma de prevenir estas
lesiones es mediante el control riguroso de
la correcta posición en sedestación, el uso
de correas de hombros para evitar la hiperflexión
y colocar a los niños pequeños en
sentido contrario a la marcha del vehículo.
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