Se debe prevenir el agravamiento de la
lesión vertebral mediante una apropiada
inmovilización que requiere en primer lugar la reducción de la fractura. Para
comenzar el tratamiento rehabilitador fuera
de la cama, la columna vertebral lesionada
debe haber alcanzado la estabilidad suficiente.
El examen neurológico detallado es
indispensable y es una guía útil en la elección
del tipo de tratamiento. Los niños con
aparente lesión vertebral aislada deben ser
examinados cuidadosamente para descartar
lesiones radiculares o mínimos signos de
lesión medular.
El tipo de tratamiento ortopédico o
quirúrgico se decide basándose en la localización,
la alineación de la columna vertebral,
la inestabilidad de la lesión y la magnitud
del compromiso del canal medular por
fragmentos óseos o discales.
En niños, el tratamiento de las lesiones
traumáticas de la columna vertebral que
provocan lesión medular es esencialmente
conservador, mediante encamamiento y/o
inmovilización externa. El Centro
Nacional Británico de lesiones medulares
de Stoke Mandeville preconiza como
método de elección la reducción postural.
El paciente es encamado en decúbito supino,
colocando una almohada bajo el foco
de fractura para producir hiperextensión,
excepto en las fracturas por hiperextensión.
Durante la fase de encamamiento se realizan
cambios postulares cada 3 horas,
comenzando la sedentación cuando la fractura
esté consolidada y sea estable.
En la mayoría de las lesiones de la
columna cervical la reducción inicial y la
alineación anatómica puede ser mantenida
por tracción craneal, aunque en niños
menores de 2 años está contraindicada por
estar abiertas las fontanelas, y debe ser evitada
en lo posible en menores de 6 años.
En
niños, el halo constituye el mejor modo de
inmovilización de la columna cervical,
impidiendo los movimientos en el plano
sagital, la rotación e inclinación lateral, y
añade la posibilidad de asociar un chaleco o
«halo-vest»; no está exento de complicaciones,
siendo las más frecuentes dolor, migración
y aflojamiento.
Es conveniente colocar
múltiples pines, de seis a ocho, para distribuir
las fuerzas de aplicación y evitar su
penetración en el cráneo, así como utilizar
halos compatibles con resonancia magnética.
El peso necesario para la reducción debe
ser mucho menor que en adultos, y por
cada peso añadido se deben repetir los controles
radiográficos.
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