• Espasticidad: es una de las complicaciones
más frecuentes y de difícil control.
Origina malestar e interfiere en el
manejo del paciente y en las actividades
de la vida diaria. El tratamiento se basa
en la cinesiterapia y baclofén oral en
dosis progresivas o en infusión intratecal
y diazepam.
• Dolor: puede aparecer rápidamente después
del traumatismo o meses o años
después.
• Ulceras por presión: en niños se producen
con menos frecuencia, pero el riesgo está
siempre presente, especialmente a nivel
isquiático en caso de oblicuidad pélvica
por la mala sedentación y en todas las
zonas de apoyo en caso de encamamiento
prolongado, hipersudoración y mala
realización de los cambios posturales
(Tabla 4). Interfieren en el tratamiento
rehabilitador y alargan considerablemente
el tiempo de hospitalización. Es
importante prevenir su formación
mediante la realización de cambios posturales
frecuentes y la protección adecuada
de las prominencias óseas. La cicatrización
se suele producir adecuadamente
al suprimir el hiperapoyo, por lo que el
tratamiento quirúrgico es poco frecuente.
• Ortopédicas: son numerosas: retracciones
capsulo-ligamentosas, deformidades articulares,
fracturas patológicas y deformidades
post-fractura, como acortamientos
por consolidaciones viciosas o con los
fragmentos óseos acabalgados, lesiones
de los cartílagos de crecimiento e incongruencias
articulares, osteoporosis, osificaciones
paraarticulares (aunque en
menores de 10 años el riesgo es casi
nulo).
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