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miércoles, 28 de agosto de 2013

Principios generales del tratamiento de las fracturas infantiles - CARACTERÍSTICAS MORFOLÓGICAS Y FUNCIONALES DIFERENCIALES

Los huesos de los niños, especialmente los largos, se pueden dividir en cuatro áreas anatómicas distintas y constantemente cambiantes, epifisis, fisis, metáfisis y diáfisis. Cada una es proclive a ciertos modelos de lesión debido a las diferentes cualidades fisiológicas y biomecánicas que cambian con el desarrollo postnatal El hueso en crecimiento es muy sensible a las fuerzas de tracción y presión. 
La presión induce un efecto osteoblástico en la fisis y la tracción activa la reabsorción. En el periostio la presión se sigue de osteoclasia y la tracción despierta una respuesta osteoblástica, tanto más intensa cuanto más joven es el organismo. El periostio es tensorresistente y el cartílago presorresistente. No olvidemos que ninguna membrana de estirpe conjuntiva (periostio) puede tolerar presiones importantes, ya que producirían una inmediata oclusión de sus vasos. 
En las zonas donde hay que recibir y transmitir presiones surge el cartílago como estructura idónea. Su gran riqueza en proteinpolisacáridos ligados al agua confiere a la matriz una gran firmeza y resistencia a la compresión y su carencia de vasos evita el trastorno circulatorio derivado de la presión. Estas características son interdependientes y garantizan el crecimiento continuado, aun en presencia de presiones directas considerables. 
El crecimiento conlleva un proceso de remodelado esquelético continuo. Como consecuencia de las irregularidades morfológicas de cada hueso, algunas zonas del mismo han de crecer en direcciones distintas y a velocidades diferentes, constituyendo esta característica la base del proceso del crecimiento diferencial, imprescindible para mantener la forma y estructura predeterminada. 
Los tipos de fractura en el niño se correlacionan estrechamente con las modificaciones anatómicas progresivas del hueso, tanto a nivel microscópico, como estructural y que varían con el tiempo a medida que progresa el crecimiento, desde un esqueleto extremadamente flexible del recién nacido hasta el esqueleto rígido del adulto.

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