El mecanismo lesional en las luxaciones
posteriores consiste en caída sobre la mano
en hiperextensión con el antebrazo supinado
y el codo extendido o parcialmente flexionado.
La rara luxación anterior puede estar
producida por un golpe directo o caída
sobre el olécranon. Por su parte, los desplazamientos
mediales o laterales son consecuencia
de un traumatismo directo, rotación
violenta del antebrazo o caída sobre la
mano.
El diagnóstico clínico y radiológico no
suele plantear dificultades, aunque en ocasiones
se debe realizar diagnóstico diferencial
con fractura supracondílea. Comparado
con ésta última, la luxación de codo presenta
menos inflamación, antebrazo acortado,
no crepitación y pérdida de la triangularidad
normal entre epicóndilos y vértice
olecraniano. En las luxaciones posterolaterales
se puede palpar la cabeza radial. En el
examen radiográfico inicial siempre hay
que buscar fracturas comúnmente asociadas
con la luxación de codo: cuello o cabeza
radial, apofisis coronoides y epitróclea (Fig.
16).
Antes de iniciar el tratamiento también
es crucial haber valorado la asociación de
posibles lesiones neurovasculares ya que esta
información nos permite saber cuándo se
ha producido la lesión y, en segundo lugar,
a tomar una actitud terapéutica más adecuada.
El tratamiento recomendado es la
reducción cerrada bajo anestesia general y
mantenimiento con yeso durante 2-3
semanas tratando de ser ortodoxo en la técnica
a utilizar.
En la luxación posterior, hay que aplicar
dos tipos de fuerzas: la primera siguiendo el
eje humeral aplicando distracción húmerocubital
y la segunda a lo largo del eje de
antebrazo produciendo un desplazamiento
anterior del mismo con respecto a los cóndilos
humerales.
En las luxaciones posterolaterales el
antebrazo se coloca en supinación y seguidamente
se reduce el desplazamiento lateral en primer lugar seguido de la corrección
del desplazamiento posterior.
Una vez realizada la reducción de la
luxación hay que valorar la adecuada
reducción de los fragmentos de fractura en
caso que existan fracturas asociadas.
Hay
que prestar especial atención al posible desplazamiento
en caso de fractura epitroclear
asociada (Fig. 17), ya que incluso se puede
llegar a ver el fragmento epitroclear incarcerado
en la articulación humerocubital.
Puede estar indicado hacer reducción y
fijación interna de la o las fracturas asociadas
después de reducir la luxación cuyos
diagnóstico y tratamiento precoces son
cruciales ya que con el paso del tiempo su
manejo es cada vez más difícil y arriesgado.
Las complicaciones son raras. Quizá las
más frecuentes y, sin duda las más severas
junto con las vasculares, son las lesiones
neurológicas que pueden producirse antes
o durante el tratamiento. La lesión neurológica
más frecuente (10% de las luxaciones
de codo en niños), es la neuroapraxia del
nervio cubital. El mediano también puede
dañarse por atrapamiento, bien intraarticular
o en el mismo foco de fractura de la epitróclea.
Las lesiones del mediano, por sus
características anatómicas, pueden dejar
secuelas permanentes y necesitar reparación
quirúrgica.
Las lesiones vasculares están, en
general, en relación con graves traumatismos
en fracturas abiertas. Las rigideces,
consistentes generalmente en un déficit de
extensión de unos 10º-20º, son relativamente
frecuentes.
Otras complicaciones como la inestabilidad
crónica de codo, miositis osificante,
sinostosis radiocubital, etc. son más infrecuentes.
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