Es la lesión más frecuente del codo de
los niños y, al mismo tiempo, una de las más
banales. En los Servicios de Urgencias de
Ortopedia Infantil se atienden, prácticamente
a diario, niños que acuden al
Hospital con sus padres asustados pensando
que el niño presenta una parálisis dolorosa
del antebrazo y la mano.
La historia y el cuadro clínicos suelen
ser casi constantes. Generalmente, tras una
tracción brusca de la extremidad superior
desde la mano (de ahí la denominación
anglosajona de «pulled elbow»), el niño, casi
siempre alrededor de los 3 años de edad,
presenta un dolor agudo en el antebrazo asociado a una impotencia funcional casi
total del codo, antebrazo y mano que se
puede interpretar como una parálisis.
La
extremidad, habitualmente completamente
inmóvil, adopta una postura característica
con el codo flexionado en ángulo recto, el
antebrazo pronado y la mano «caída». El
niño, además, llora amargamente ante cualquier
intento de movilización pasiva de la
extremidad.
En lo referente al mecanismo de producción,
Salter y Zaltz llegaron a la conclusión
que se trataba de una interposición
reversible del ligamento anular entre la
cabeza radial y el capitelum, tras una tracción
brusca de la mano (Diagrama 2).
El diagnóstico es sencillo habitualmente
y está basado solo en el cuadro clínico que
hemos mencionado ya que radiológicamente
no hay signos específicos que nos
ayuden a sospecharlo.
El tratamiento es también muy sencillo
pero requiere que el profesional esté familiarizado
con este problema y haya realizado
un diagnóstico correcto previo al tratamiento.
La maniobra de reducción consiste
en la extensión del codo a la vez que supinamos
el antebrazo. Cuando llegamos a la
extensión y supinación completas, con frecuencia
oiremos un «clic» que se siente
todavía mejor si colocamos nuestro pulgar
a nivel de la cabeza radial. En unos minutos
tras la maniobra, y a veces inmediatamente,
el niño comienza espontáneamente a utilizar
el b razo lesionado lo que nos indica
que el problema está resuelto. No se necesita
utilizar vendajes enyesados tras la reducción
pudiendo, como mucho, indicar un
cabestrillo dos o tres días hasta que ceda la
sintomatología, si fuera necesario.
Las complicaciones son raras y entre
ellas está la recidiva del problema sobre
todo si los padres no han puesto especial
cuidado en no sujetar de nuevo al niño de
la mano del lado lesionado. En este caso el
tratamiento también consiste en la reducción
cerrada y la insistencia a los familiares
de no tirar del brazo del niño. Se han descrito,
sin embargo, casos excepcionales en la
literatura de «codo de niñera» irreductible
que necesitaron de reducción abierta.
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