INTRODUCCIÓN
La remodelación de fracturas mal consolidadas
en niños es un hecho bien conocido.
En efecto, es uno de los factores que
contribuyen a la tendencia generalizada a
utilizar en las fracturas de los niños métodos
de tratamiento cerrados, al contrario de lo
que sucede normalmente en los adultos. El
proceso de la remodelación ósea, no se
limita únicamente a los meses posteriores a
las fracturas, sino que permanece activo
durante toda la vida.
Como resultado de
este proceso de remodelación interno, el
hueso tiene las dimensiones y estructura de
un hueso sano y, al contrario, cuando aparece
la enfermedad se alteran estos mecanismos
fisiológicos, produciéndose fenómenos
en el hueso que pueden alterar las
dimensiones, la forma o ambas, en mayor o
menor medida. Este proceso fisiológico que
contribuye a la formación normal del
hueso durante el período de crecimiento de
una persona puede también llamarse proceso
de modelamiento óseo
Los mecanismos más conocidos que
producen la remodelación ósea son el crecimiento
longitudinal y el latitudinal. Los
mecanismos de crecimiento longitudinal
son controlados por el cartílago de crecimiento
o fisis. Este crecimiento sería simétrico
o asimétrico dependiendo de los factores
que se discutirán posteriormente.
En
los mecanismos de crecimiento latitudinal
el periostio y el endostio juegan papeles
esenciales. Estos mecanismos son responsables
de los fenómenos de reabsorción y
aposición ósea, que son tan frecuentes en
las fracturas metafisarias y diafisarias con
deformidad angular residual o acabalgamiento
de los fragmentos.
Lógicamente, debido a que la mayor
actividad de las estructuras previamente
mencionadas se da durante la infancia, los
procesos de remodelación son más acentuados
antes de la madurez esquelética.
El hecho de que los métodos de reducción
cerrados sean utilizados más frecuentemente
en niños aumenta el riesgo de
consolidaciones defectuosas.
Cuando se
produce este hecho, los procesos de remodelación
se activarán con el objetivo de restablecer
el alineamiento óseo con respecto
al eje de carga y restablecer las relaciones
anatómicas en sus epífisis. Los procesos mejor estudiados, con relación
a las fracturas mal unidas en los niños,
han sido la corrección de deformidades
angulares y, menos, la posible corrección
ante deformidades rotacionales
Otro de los fenómenos interesantes es el
hipercrecimiento post-fractura en los niños
que, aunque no puede estrictamente ser
considerado un proceso de remodelación,
está íntimamente relacionado con ellos.
Figura 1. Fractura diafisaria mal unida del fémur izquierdo en un niño de 7 años. Dos meses después del traumatismo la fractura consolidó con importante acortamiento y angulación de 23º en el plano sagital (a, b). A los 7 meses de la fractura tuvo lugar un proceso de remodelación muy activo y la deformidad angular a nivel del foco de fractura, así como el hueso «sobrante» había desaparecido casi completamente. (c, d).
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