Las fracturas con poco desplazamiento y
no conminutas causan poco trastorno de la
irrigación sanguínea del hueso y de los tejidos
circundantes y curan fácilmente. Las
fracturas de trazo espiroideo que ofrecen
mayor superficie de contacto que las transversales
suelen reducirse bien, suelen ser
suficientemente estables y comportarse
favorablemente.
Cuanto más joven es el
hueso, más rápidamente consolidan las fracturas
y más posibilidades tienen de remodelarse
a medida que crecen y de alcanzar una
forma final absolutamente normal.
Las grandes complicaciones en las fracturas
infantiles casi siempre son iatrogénicas,
y por lo general secundarias a un tratamiento
ortopédico mal realizado o a una acción quirúrgica intempestiva. Los síndromes
compartimentales por falta de vigilancia
y de cuidados pertinentes, con una incidencia
no menor de un 1% en las grandes
series. pueden constituir una complicación
seria que requerirá un perfecto conocimiento
del problema y una gran agilidad en
la decisión terapéutica para su tratamiento
con éxito.
Si las fracturas no se reducen y se fijan
adecuadamente, confiando sobre todo en la
tradicional bondad evolutiva de las fracturas
infantiles, pueden surgir consolidaciones
viciosas con alteración rotacional de los
fragmentos, así como desviaciones axiales y
retardos de consolidación.
Son clásicas las complicaciones derivadas
de la lesión del cartílago fisario tras un
traumatismo desafortunado de esta región
o consecutivas a un tratamiento incorrecto
y que se manifiestan por desviaciones axiales
y dismetrías.
Las complicaciones más desagradables,
sin duda, son las postquirúrgicas y se producen
por un desconocimiento grave de
los principios de la ortopedia infantil, lo
que conduce generalmente a un error de
indicación y a una cirugía abusiva.
Las condiciones más desfavorables están
representadas, en gran medida, por el trastorno
de la irrigación sanguínea secundario
a la denudación traumática que sufren el
hueso y los tejidos blandos de alrededor, así
como por la existencia de una intensa conminución
con el consiguiente compromiso
óseo, vascular y de partes blandas o por la
presencia de ambas circunstancias a la vez
que posiblemente puede incluso verse
agravada por maniobras quirúrgicas dirigidas
a una osteosíntesis de desafortunada
indicación
No podemos olvidar aquí la grave complicación
que suponen las necrosis de ciertas
epífisis, secundarias al compromiso vascular
que el traumatismo desencadena, que
se fomenta en ocasiones por una mala concepción
terapéutica.
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