Gran parte de las fracturas infantiles se
tratan incruentamente. Su reducción no es
difícil, invirtiendo el mecanismo de producción
y haciendo recorrer al fragmento
distal una trayectoria inversa al desplazamiento
y llevando generalmente el fragmento
distal, más manejable por regla
general, hacia el proximal, frecuentemente
desplazado por la acción muscular.
Las
reducciones incruentas proporcionan una
buena alineación de las fracturas, suficiente
por lo menos para que la gran capacidad de
remodelación de los niños conduzca a
impecables resultados anatómicos y funcionales
con un mínimo de riesgo, de sufrimiento
y coste social y haciendo innecesaria
la reducción anatómica absoluta, que en
ciertas fracturas diafisarias algunos autores
incluso aconsejan evitar. La perfecta reducción
sí que es necesaria en las fracturas epifisarias,
fisarias y articulares.
Las angulaciones en el tercio medio de
los huesos largos se compensan mal, y por
ello son aceptables con reservas. Antes de
los diez años y cerca de las articulaciones
pueden tolerarse angulaciones de hasta 30°.
Las deformidades por torsión son siempre y
en cualquier circunstancia inadmisibles.
Por lo general, las fracturas de las fisis y
de las epífisis con participación articular
requieren reducción abierta y fijación
interna, ya que se precisa una reducción
anatómica y una perfecta estabilidad, a fin
de evitar complicaciones del crecimiento y
de la congruencia articular.
La reducción
cruenta de las lesiones epifisarias puede ser
peligrosa si se demora muchos días tras el
traumatismo, o si las condiciones anatómicas
ponen en peligro, por la agresión quirúrgica,
la irrigación de la placa epifisaria y
la de la misma epífisis, con riesgo subsiguiente
de necrosis de estas estructuras.
En
estos casos, es preferible el tratamiento conservador
hasta que desaparezca el peligro
vascular, aceptando en principio cualquier
tipo de consolidación defectuosa, que
podrá ser corregida después por medio de
una osteotomía, practicada en una zona
anatómica y en un memento carentes de
peligro para la vascularizacion del segmento
epifisario o articular.
La necrosis epifisaria
es la peor complicación que puede tener una fractura infantil. No evitarla y escudarse
en la fatídica incidencia estadística es hoy
en día absolutamente inadmisible.
Los avances de las técnicas de fijación y
el control de la infección de las heridas han
incrementado el uso del tratamiento cruento
de las fracturas infantiles. Los inconvenientes
del tratamiento incruento, tales
como son el periodo relativamente prolongado
de inmovilización, la dilatada estancia
hospitalaria, la atrofia muscular y las rigideces
articulares, aunque estas dos últimas de
menor importancia en los niños, pueden
evitarse en gran medida con la fijación quirúrgica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario